<meta name='google-adsense-platform-account' content='ca-host-pub-1556223355139109'/> <meta name='google-adsense-platform-domain' content='blogspot.com'/> <!-- --><style type="text/css">@import url(//www.blogger.com/static/v1/v-css/navbar/3334278262-classic.css); div.b-mobile {display:none;} </style> </head><body><script type="text/javascript"> function setAttributeOnload(object, attribute, val) { if(window.addEventListener) { window.addEventListener('load', function(){ object[attribute] = val; }, false); } else { window.attachEvent('onload', function(){ object[attribute] = val; }); } } </script> <div id="navbar-iframe-container"></div> <script type="text/javascript" src="https://apis.google.com/js/platform.js"></script> <script type="text/javascript"> gapi.load("gapi.iframes:gapi.iframes.style.bubble", function() { if (gapi.iframes && gapi.iframes.getContext) { gapi.iframes.getContext().openChild({ url: 'https://www.blogger.com/navbar/5811947?origin\x3dhttps://cetmc.blogspot.com', where: document.getElementById("navbar-iframe-container"), id: "navbar-iframe" }); } }); </script>
Cuatro espinitas tiene mi cama

Layout ©

credits
ME. kynzgerl
CODES. SHOTGUN
BRUSHES. 1 2 3 4
IMAGES. 1 2 3 4 5 6 7 8
SOURCE. BLOGGER BLOGSKINS IMAGESHACK

martes, octubre 28, 2003
8:23



VENTOSAS





Me duele la cabeza y tengo el estómago revuelto. Otra vez el vértigo se apodera de mi.
De mis sienes salen dos ventosas naranjas que se comunican directamente con una coballa que no para de correr en el columpio redondo de una jaula llena de pienso y excrementos secos.
Un contador marca las vueltas y yo recibo una descarga eléctrica por cada ciclo terminado. El dolor es leve, pero la constancia del animal va agotando mi resistencia. Intento gritar pero mis palabras no suenan. Deseo que caiga rendida, que sus patitas peludas cesen de moverse y pueda descansar unos instantes. Tengo nauseas y recuerdo a la niña que se sentaba delante de mí el día de mi primera comunión. Veo su cara, como se reía porque mi padre estaba muy gordo y no se podía sentar en el banco de la iglesia. Pienso en en mi tia Alicia, comiendo chocolate sin leche mientras recortaba fotos de revistas que luego pegaba detrás de la alacena.
Me mareo. Una pata del conejo se ha metido entre los hierros del columpio y no para de gritar. El sonido es insoportable. Tengo los brazos entumecidos y en la boca un sabor metálico. Caigo al suelo. Quiero volver a mi casa y reconocer mis cosas, a mi gente, pero es imposible despegar una ventosa cuando el vacío es perfecto.